Palabras de la Juez del Estado de Yucatán, Enna Rossana Alcocer del Valle, en la “Ceremonia Cívica Conmemorativa del CXXXIII Aniversario del Natalicio del general Emiliano Zapata”.

Miércoles 8 de agosto de 2012

Miércoles, 08 de agosto de 2009   |   Discurso

Mérida, Yucatán

 

MONUMENTO AL GENERAL EMILIANO ZAPATA DE LA CIUDAD DE MÉRIDA, Yucatán.

 

Señora Ivonne Aracelly Ortega Pacheco, Gobernadora Constitucional del Estado de Yucatán,

Señor Presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado de Yucatán, doctor Marcos Alejandro Celis Quintal,

Señor Presidente de la Mesa Directiva y Coordinación Política del Congreso del Estado de Yucatán, licenciado Víctor Caballero Durán,

Señor Presidente Municipal de Mérida, maestro Álvaro Omar Lara Pacheco,

Señores Comandantes de la Décima Región Militar y de la Novena Zona Naval Militar,

Señoras y señores,

 

Muy buenos días.

 

En primer lugar, me permito congratular por el hecho de estar con todos Ustedes en esta ceremonia conmemorativa del 133 aniversario del nacimiento del general Emiliano Zapata. Es para mi un gran honor, como servidora pública, como yucateca y como mexicana, poder hacer uso de la palabra en representación de los tres órganos de poder del estado de Yucatán, en homenaje a uno de los hombres que más ha luchado por la justicia social en México.

 

Don Emiliano Zapata, ilustre héroe de la revolución mexicana –la primera revolución social del mundo-, nació un día como hoy de 1879, en San Miguel Anenecuilco, Morelos, región en ese entonces en manos de unos cuantos que se aprovechaban de los desheredados.

 

De entonces nueve años de edad, Emiliano Zapata fue testigo del despojo de tierras a su padre, y siendo aún un niño exclamó: “Cuando sea grande, haré que te las devuelvan”. Don Gabriel Zapata, su padre, muy probablemente jamás imaginó que aquella afirmación sería el prematuro proemio de una larga y comprometida lucha por restituir la propiedad de sus tierras, no solo a su padre, sino a la gente del campo de Morelos y de México.

 

En ese lapso de tiempo, la infantil figura de Emiliano Zapata se fue robusteciendo hasta alcanzar la estatura del más grande defensor de los derechos de la gente del campo, un gran protector de la clase trabajadora y uno de los mayores buscadores de la justicia social en México.

 

Zapata constituye el más acabado ejemplo de aquellos insignes hombres de la revolución mexicana que junto con su lucha social motivaron enormes beneficios a favor de la gente del campo. Zapata no escatimó ni su propia vida en su incasable afán de acabar con la expropiación de tierras, así como de mejorar las condiciones del trabajo agrícola y terminar  con cualquier forma de explotación laboral.

 

A partir de la proclamación del Plan de Ayala, documento agrarista que contenía los ideales y anhelos de la gente del campo, los zapatistas liquidaron latifundios y repartieron tierras, confiscaron ingenios y los pusieron a trabajar en beneficio de la población, fundaron un banco agrícola, y abrieron numerosas escuelas primarias y algunas otras para adultos.

 

El movimiento armado de Zapata tuvo raíces políticas y sociales, enarbolando los principios de libertad, ley y justicia. Lucho por la libertad de comunidades que desde generaciones anteriores habían trabajado sus tierras mediante la reivindicación a ellas de su propiedad. Luchó por la Ley como fundamento exclusivo de todo poder, y por su respeto como garantías de los derechos de la gente del campo. Luchó por la Justicia para que en el campo se superaran rezagos y se ampliaran oportunidades.

 

A raíz de la renuncia de Victoriano Huerta a la Presidencia, los zapatistas proclamaron el Acta de Ratificación del Plan de Ayala, la cual confirmó como jefe nacional de la revolución al “Caudillo del Sur”; además de fijar a los adeptos del zapatismo elevar a rango constitucional los principios del Plan de Ayala, establecer un gobierno adicto al Plan e inmediatamente después llevar a cabo la reforma agraria.

 

La Constitución de 1917 -que indica el fin de la Revolución Mexicana- y el régimen que de ella surge, plantea la perentoria necesidad de reorientar este régimen jurídico por los nuevos cauces de la justicia social, no sólo en el derecho agrario o laboral, sino en absolutamente todas las ramas de nuestro derecho. De ahí que surgiera el término que ya ha tomado carta de naturalización en nuestra jerga jurídica, o sea, el derecho social.

 

Si de alguna manera tuviéramos que caracterizar al derecho mexicano en el siglo XX, sería por la búsqueda de una justicia social, y aunque en ocasiones no se llegue a ella en la práctica pese a la política institucional, no por eso deja de ser uno de los valores fundamentales de nuestro sistema jurídico.

 

Señoras y señores:

 

133 años después de su nacimiento, debemos honrar los ideales de don Emiliano Zapata cumpliendo los fines constitucionales del Artículo 27 de la Carta Magna, y dándole una nueva dimensión a la reforma agraria.

 

La reforma agraria está inspirada en los ideales que representa Zapata. Hoy como ayer esos principios e ideales siguen siendo los de libertad, ley y justicia. Libertad para que la gente del campo participe a plenitud en las decisiones que le afecten. Ley para dar certeza jurídica sobre la propiedad de la tierra y garantizar los derechos de quienes la trabajan. Justicia para saldar la añeja deuda con los productores del campo.

 

Hoy, en pleno siglo XXI, la tierra es de quien la trabaja, y cada ejidatario y cada comunero es dueño de su terruño.

 

Es sumamente importante no claudicar en el empeño de hacer de esta conducta de búsqueda de una justicia social una escuela permanente, para lograr así un Estado democrático y una sociedad más comprensiva hacía los grupos del campo.

 

El día de hoy rendimos homenaje a don Emiliano Zapata; y afirmamos que sus principios, ideales y legados siguen vigentes a 133 años de su nacimiento. Aquí, en el monumento erigido en su honor, recordemos con respeto, inspirados por su valentía, inteligencia y convicción, a quien merece los más dignos y altos honores, al general don Emiliano Zapata.

 

Muchas gracias.

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