"La patria es primero", compromiso que no debe olvidarse en el México actual

Domingo, 14 de febrero de 2016

Señoras y señores:

Hoy, los tres Poderes del Estado de Yucatán concurrimos en la ceremonia conmemorativa del centésimo octogésimo quinto Aniversario Luctuoso del General Vicente Guerrero.

Lo hacemos en representación de nuestras instituciones, pero también a nombre de la sociedad a la que nos debemos.

Era el 1º de abril de 1829, el salón de los diputados lucía nueva sillería y alfombra. La Ciudad de México permanecía agitada, con tono festivo. La gente se adueñaba de las calles e intentaba entrar al salón parlamentario; querían ver cómo uno de ellos asumía la Presidencia de la República. El protagonista de la jornada: el General Vicente Ramón Guerrero Saldaña, conocido por la historia como General Vicente Guerrero.

Nació el 9 de agosto de 1782, en Tixtla, hoy estado de Guerrero, creado en su honor. En la sociedad de la cual provenía, abundaban descendientes de africanos, como él mismo, pagaban diezmos y otros impuestos. Algunos arrieros escapaban de la pobreza gracias a su trabajo propio, como el joven Guerrero, lejos de las gracias y beneficios de la corona española. Joven de escasos estudios pero con un alma como su apellido. El historiador Lorenzo de Zavala lo describe textualmente:  “El general Guerrero es un mexicano que nada debe al arte y todo a la naturaleza”

Al tomar posesión de la Presidencia de la República Mexicana pronunció un discurso en el que recordó sus “servicios a la causa de la independencia y la libertad”. En efecto, pocos podían presumir de una trayectoria tan constante a la construcción de la Nación justa como el nuevo Presidente. Fue un decidido promotor de la independencia,  un hombre que se distinguió por su espíritu democrático, un defensor de la república y el primer héroe nacional jamás derrotado, con todos los valores que un hombre debe tener.

Un elemento que convenció al joven Guerrero a unirse a la insurgencia, fue la promesa de que quedarían suprimidas las diferencias legales por origen racial, pues estaba convencido de que debía existir la igualdad entre todos los individuos. Por sus ideales dio continuidad al movimiento de abolir la esclavitud hasta conseguirlo.

En su lucha por la justicia se unió a las tropas de Morelos en el ataque Tixtla y muy pronto su efectividad lo hizo llegar al grado de General. Por desgracia, el momento de mayor creatividad política de los insurgentes, coincidieron con la captura y fusilamiento de Morelos, pero Guerrero procuró dar continuidad a los órganos de gobierno que permanecieron después de a disolución del Congreso de Anáhuac. Vicente Guerrero mantuvo vivo el fuego de la Independencia de México y escoltó al Congreso hasta Tehuacán. Siguió combatiendo Obtuvo importantes triunfos en batallas como la de Ajuchitán, Tetela del Río.

En su lucha llegó a estar en la difícil decisión de morir o conseguir la independencia de la América Mexicana. A pesar de ello Guerrero se encontraba en disposición de encontrar salidas negociadas a un conflicto que durante más de una década asolaba a la sociedad de Nueva España, tan es asi que la historia describe que después de que Morelos fue fusilado, El virrey Juan Ruiz de Apodaca trató de convencer a Guerrero para que desistiera de su lucha y se acogiera al indulto, usando para ello al propio padre de Guerrero; a cambio recibiría una fuerte retribución económica, además de que conservaría su grado de General. El padre suplicó al hijo que depusiera las armas, pero Guerrero se negó espetándole la frase: "yo he respetado siempre a mi padre, pero la patria es primero".


El 10 de febrero de 1821, Guerrero y Agustín de Iturbide se reúnen  en Teloloapan. Aquí es donde sucede el “abrazo de Acatempan”, que significa la unión de dos ejércitos, el virreinal y el insurgente, que se fundieron en el Ejército de las Tres Garantías para lograr la independencia. 14 días después, en Iguala, Iturbide proclamó el Plan de Independencia o Plan de Iguala
 

Señoras y señores:


Recordar a los forjadores de la Patria es un ejercicio de reconocimiento que debemos realizar, que es necesario hacer, pues todos los retos que a lo largo de casi doscientos años hemos enfrentado como país soberano no han destruido nuestro legado más preciado, que es también nuestro rasgo común: el privilegio de habitar un país independiente, libre y cada vez más justo y en el que por ese mismo estatuto, todas las personas tienen un derecho idéntico a construir y perseguir los proyectos de vida que, dentro del marco de la ley, les parezca mejor.


La posibilidad de ser individuos autónomos en una Nación libre es el gran legado que los fundadores de la Patria nos dejaron, es el tesoro por el que ofrendaron incluso sus vidas en beneficio de todos nosotros.
Hoy, casi doscientos años después, todos los mexicanos, sin importar el lugar que ocupemos en la sociedad, debemos saber que la Nación libre e independiente que heredamos nos ha sido encomendada temporalmente para pasar a nuestros hijos sin menoscabo alguno.


Nuestra Constitución, el fruto más acabado de la lucha por la independencia nacional, y cuyo texto contiene las legítimas demandas de igualdad, libertad y justicia social, hoy se caracteriza por un régimen de protección de los derechos humanos consagrados en la propia Constitución y en los tratados internacionales que obliga a todas las autoridades del país a ajustarse a ese mandato.


Debemos sentirnos orgullosos de México y de lo que como país, como Nación y como pueblo hemos construido. Pero a la vez, no debemos dejar de estar insatisfechos, y tratar así de lograr un país cada vez más justo.


Nuestra Democracia no es lo suficientemente sólida hasta que hayamos logrado atender y cubrir todas las necesidades primordiales que permitan que todos los mexicanos puedan llevar un vida digna y generosa libre y justa.


No podrá existir mejor tributo al general Vicente Guerrero que hacer de su enseñanza, sacrificio y legado baluartes que motiven y sirvan de guía para ofrecer al pueblo de México bienestar crecimiento justicia, inclusión, transparencia y respeto estricto a la ley, como lo vienen haciendo nuestros órganos de gobierno.
 

Conmemoremos, pues, el aniversario luctuoso del general Vicente Guerrero, y reflexionemos no sólo acerca de lo que nos pertenece por derecho, sino de lo que estamos obligados a entregar como país, como Nación y como pueblo a quienes después tomarán las riendas para andar por los nuevos caminos de la historia de México.
 

Conmemoremos a los fundadores de la Patria, recordemos a don Vicente Guerrero, pero no olvidemos el compromiso que le dejó a todos los mexicanos: “la Patria es primero”.

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