PALABRAS DEL SEÑOR MAGISTRADO MARCOS A. CELIS QUINTAL, PRESIDENTE DEL TRIBUNAL SUPERIOR DE JUSTICIA Y DEL CONSEJO DE LA JUDICATURA DEL ESTADO DE YUCATÁN, CON MOTIVO DEL CCVII ANIVERSARIO DEL NATALICIO DE BENITO JUÁREZ GARCÍA

Jueves, 21 de marzo de 2013

 

 

PALABRAS DEL SEÑOR MAGISTRADO MARCOS A. CELIS QUINTAL, PRESIDENTE DEL TRIBUNAL SUPERIOR DE JUSTICIA Y DEL CONSEJO DE LA JUDICATURA DEL ESTADO DE YUCATÁN, CON MOTIVO DEL CCVII ANIVERSARIO DEL NATALICIO DE BENITO JUÁREZ GARCÍA.

Mérida, Yuc., a 21 de marzo de 2013.

Hoy, una vez más nos reunimos para celebrar y reflexionar sobre la vida y legado de uno de los mejores hijos de México, uno de los mayores reformadores de la historia nacional: don Benito Juárez García.

El aniversario del natalicio de Benito Juárez es ocasión propicia para repensar su ejemplo y sus aportaciones  a la vida nacional. Traer a Juárez del siglo XIX al siglo XXI, es reflexionar sobre sus virtudes, su  patriotismo, su ideología liberal su visión progresista.

Flor y látigo. Esa fue su vida. Su vida inició en el nacimiento de la primavera de 1806 que a su vez era la agonía de una larga era de dominación  española sobre nuestra patria. Su vida se marcó por la adversidad pero su destino fue en la gloria.

Formador, porque la historia se lo demandaba. Reformador, porque su convicción se lo exigía. Oaxaqueño entrañable que supo encauzar la indignación que le provocaba la injusticia en una incansable lucha por la justicia y por la igualdad.

Su niñez se enmarcó por la pérdida temprana de sus padres, por la necesidad de trabajar como pastor de ovejas y más pronto que tarde por el cobijo de hombres generosos que le permitieron  aprender el castellano y estudiar para desarrollar su potencial intelectual hasta llegar a ser un connotado abogado, funcionario y estadista.

Fue niño dedicado y estudioso, de carácter obediente, reservado en sus pensamientos, callado, impasible y demostraba con sus amigos formalidad y cordura.

Benito Juárez es sinónimo de los más grandes valores cívicos: tesón para salir adelante, para mejorar la propia vida con base en la constancia, la responsabilidad, el estudio y el trabajo, a pesar de cualquier tipo de desventaja u obstáculo.

“Los golpes que sufrí y que veía sufrir diariamente a todos los desvalidos que se quejaban contra las arbitrariedades de las clases privilegiadas, me demostraron que la sociedad jamás sería feliz con la existencia de aquellas y me afirmaron en mi propósito de trabajar constantemente para destruir el poder funesto de las clases privilegiadas.”[1] Así describió su lucha por rescatar la dignidad de las personas y la supresión de privilegios don Benito Juárez.

Su vida, estuvo orientada por la decisión de servir a los demás, por la vocación de preferir, siempre, el interés de todos, por entender que cada uno tiene un papel que jugar para contribuir al crecimiento de la Nación.

Fue un gran Presidente de México y  Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; hombre de leyes, forjador de instituciones, defensor de la patria.

Benito Juárez, hombre con fiel vocación de Estado, que entendió al derecho en su esencia, que supo darle la fuerza y majestad necesaria para conducir al Estado en el sendero de la justicia por el camino de las instituciones, es también ejemplo para quienes tenemos el gran honor y el mayor privilegio de servir a la Patria.

El impulso del liberalismo, la defensa de la soberanía, la desaparición de fueros y privilegios, la protección de los derechos consagrados en Constitución, la separación de las funciones de la Iglesia y del Estado, la reorganización del sistema de administración e impartición de justicia, son aspectos que caracterizan su trabajo como jurista y hombre de Estado.

La visión juarista, adelantada por mucho a su tiempo, sentó las bases para la construcción de un México soberano, de un México de leyes e instituciones, de un México sin castas ni fueros.

Un México en el que a partir del principio de igualdad, todos estamos bajo una misma ley, que a todos protege y a todos obliga, sin importar la religión en la que creemos, la ideología política que profesemos, las preferencias personales que nos definen.

“No vacilé en ayudar del modo que me fue posible a los que trabajan por el cumplimiento de la ley, que ha sido mi espada y mi escudo”. Así describió su convicción por el orden y la legalidad don Benito Juárez.

Sostenía que “Debe hacerse efectiva la igualdad  de derechos entre todos los ciudadanos y entre todos los hombres que pisen el territorio nacional, sin privilegios, sin fueros, sin monopolios y sin odiosas distinciones.”Así, con la ley como dimanación exclusiva de todo poder y con el respeto a los demás como fuente de paz social, Benito Juárez luchó por un Estado de derecho con cabida por igual para todos los habitantes del país.

Consagró su trabajo, su intelecto, su espíritu y su vida entera a la construcción de instituciones públicas que encontraran en la ley el origen de su legitimidad.

Creer, que el nuestro, debía ser un país de leyes e instituciones, es quizás la mayor de sus lecciones.

En el contexto actual, el día de ayer que el Senado de la República aprobó la nueva Ley de Amparo, es necesario recordar que precisamente Juárez promulgó la primera ley de amparo y que, al término de la segunda intervención francesa, emitió como parte de la reconstrucción del país una nueva en enero de 1869.

Juárez fue respetuoso y cuidadoso de la exacta aplicación de la ley hasta el extremo y el sacrificio personal. Por ello, en cada uno de nuestros actos, honremos nuestro origen y nuestra encomienda.

Hoy el camino de México y de Yucatán es el camino de Juárez, que no es diferente al camino hacia una historia de armonía y de paz, sustentada siempre, como Juárez quería, en el respeto a la Constitución y a las leyes.

Honrar su vida es construir juntos, sociedad y gobierno, un Estado y un país de leyes e instituciones, de certeza y seguridad jurídica, de respeto a la ley, un México y un Yucatán ordenados, cuya divisa sean la libertad y la igualdad. Libertad de creer y de actuar, igualdad económica, social y jurídica, sin más privilegio que el obtenido por el esfuerzo y los méritos propios.

Hoy su ideario está vigente y sigue siendo el faro que nos guía y nos reconduce hacia el Estado mexicano que el benemérito vislumbró y por el que luchó su vida entera.

Hoy debemos llevar al extremo el respeto y la dignidad de las leyes y las instituciones, y cumplir, cada uno de nosotros, con nuestra responsabilidad, Estado y sociedad, unidos por la paz y la tranquilidad. Debemos recordar a Benito Juárez.

La lección de Juárez no tiene tiempo y espacio: sacrifiquemos lo que sea necesario, los intereses de cualquier tipo, para así, desde la Constitución y la ley, proteger y ponderar entre todos, los derechos de todos.

El pensamiento y la obra juarista, en este tiempo, nos exigen unidad, sobriedad y valentía para construir el Yucatán que, como el prócer de Guelatao, legaremos a las  generaciones venideras.

En pleno siglo XXI, a esta generación sin privilegios, comprometida, formada en la lucha y el esfuerzo, forjada en la adversidad, le corresponde  construir el Yucatán y el México de paz, orden, libertad e igualdad que todos y cada de los Yucatecos queremos para nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos. Esa es la exigencia que la vida y obra de Juárez nos impone hoy.

Recordemos con respeto –inspirados por su valentía, inteligencia y convicción- a quien merece los más dignos y más altos honores: a don Benito Juárez García, “Benemérito de las Américas”.

Muchas gracias.

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